Pereira, más de un mes después de mí


Se juega a hacerse el ingeniero. Se calculan las distancias, se miden los tiempos, se pintan diagramas que permitan preveer el flujo de los acontecimientos. Se repasan las fórmulas una y otra vez, se escriben planes de contingencia incluso para esos casos mecánicamente imposibles, se toman en cuenta hasta las variables más insignificantes, los rozamientos, las pendientes y los espacios no tan perfectos. Se hace alarde de la metodología utilizada, de la minuciosidad de cada paso, se pone cara de escéptico y se rascan algunas barbillas. La coyuntura es una mera posibilidad infinitesimal, el azar se convierte en un enemigo inofensivo que se ha quedado estático. Se flanquean las rutas de escape, se desligan las emociones ahora casi mecanizadas, es el triunfo épico del determinismo humano sobre el caos visceral; la suerte ya está echada, tanto que no hay espacio para ella, el destino se convierte en una vía cada vez más estrecha y recta, no hay lugar a fallos ni escapes, no hay retorno ante el camino ya trazado y sólo queda decidirse a ser un catalizador del proceso, a generar la reacción emancipadora...

Y de repente, en medio de la lujuria racional que brinda la perfección surge el monstruo mitológico de la realidad tan llena de espantosas arbitrariedades justificadas en la sensación. La derrota nunca podrá ser una victoria, mucho menos cuando se juega a ser víctima y verdugo.

Tal vez más tarde vuelva a sonreir, sólo si mi determinismo ajeno lo permite. Ella ya no sigue tan inmóvil, sólo que ahora mientras avanza se pierde con el horizonte.

¡Versículo musicalizado por!
  • Yes - Close to the edge
  • Pink Floyd - Outside the wall
  • Deep Purple - Child in time

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